Biblia Latina, Biblia de Alcuino, Biblia de París

Secuencia de la Biblia Latina

Durante mucho tiempo la secuencia de los libros del Antiguo Testamento fue variable: la única parte estable era el Pentateuco (del griego “penta”, cinco, y “teuchos”, libros). Por lo general el Pentateuco está acompañado por Josué, Jueces y Ruth. Todos estos ocho libros juntos forman un grupo conocido comúnmente como “Octateuco” (del griego, “ocho libros”). El estudio de las fuentes se ve acuciado por las dificultades, ya que muy pocos manuscritos bíblicos antiguos han sobrevivido. Nuestra información respecto al periodo entre los siglos IV y VI se basa principalmente en otras fuentes escritas. A menudo la Biblia se constituía con casi diez volúmenes. “Bibliotheca”, nombre que comúnmente se le daba en tiempos medievales, nos dice que la obra se había hecho en varios volúmenes. Las Biblias conteniendo todos los libros en un solo volúmen –“pandectes” (del griego, “pan”, todos, “dekhesthai”, recibir)- son raras, y las Biblias en un sólo volúmen no se hicieron de uso común sino hasta el siglo XIII.


Traducción de San Jerónimo

Cuando San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia, comenzó a traducir las Escrituras del Antiguo Testamento al latín, a fines del siglo IV y principios del V, las ordenó de acuerdo con la tradición hebrea. En su “Prólogo a los Libros de los Reyes” y en una de sus cartas se refiere a las cuatro secuencias de la Biblia: tres idénticas a las de la Biblia Hebrea (La Ley; los Profetas, con Ruth y las Lamentaciones; los Hagiógrafos), y una cuarta, comprendiendo las escrituras apócrifas (Baruch, La Sabiduría de Salomón, Eclesiástico/La Sabiduría de Jesús Ben Sirach, I-II Macabeos, Tobías y Judith). Pocos manuscritos conforman el agrupamiento exacto de San Jerónimo, y las fronteras entre los cuatro órdenes frecuentemente se entrecruzan.

Estructura de la Biblia de Alcuino

La estructura de la Biblia Latina fue definitivamente influenciada por Alcuino (c.735-804), erudito, teólogo y profesor de York que se convirtió en canciller de Carlomagno. Cuando, en 796, el emperador lo nombró abad en la abadía de San Martín de Tours, Alcuino tomó la iniciativa de producir una serie de manuscritos bíblicos. La producción continuó después de su muerte, y bien entrado el siglo IX. Los manuscritos bíblicos tienen mucho en común, tanto en aspecto como en contenidos. Constituyen un tipo particular de Biblia, conocido como la Biblia de Alcuino o de Tours. Varias de estas biblias están en un solo volúmen. Pertenecieron principalmente a monasterios franceses, italianos e ingleses.

La estructura básica de la Biblia de Alcuino se parece muchísimo a la Biblia de San Jerónimo, pero los libros deuterocanónicos no forman un grupo separado. Además, Daniel aparece al final de los Profetas, y Job lo hace o bien después de Ruth o bien después de los Profetas (no después del Pentateuco). El libro de los Profetas Menores viene después de los Profetas Mayores, no antes, y Esther no viene después de la Sabiduría de Salomón.

Sujeta a ciertas variaciones, la estructura de la Biblia de Alcuino es como sigue:

Génesis – Ruth, I-IV Reyes, los Profetas, los libros poéticos (Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, la Sabiduría de Salomón, Eclesiástico) y finalmente los libros históricos (Crónicas I-II, Esdras-Nehemías, Esther, Tobías, Judith y I-II Macabeos).

El Nuevo Testamento en la Biblia de Alcuino comienza con los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas Católicas (Santiago, I-II Pedro, I-III Juan y Judas) siguen junto con el Apocalipsis, que también puede estar al final del Nuevo Testamento. Las Epístolas Paulinas preceden o siguen a las Epístolas Católicas. La Epístola a los Hebreos y la Epístola a los Laodiceos (apócrifa y en glosa) vienen después de las Epístolas Paulinas.

La Biblia de París

Un nuevo tipo de Biblia, conocido como “Biblia de la Universidad” o “Biblia de París”, nació a principios del siglo XIII. Estaba fuertemente influenciada por la Biblia de Alcuino, pero sus libros tenían un orden un poco distinto. La Biblia de París llegó a tener un gran impacto, y es la base de las modernas ediciones de la Biblia Latina.

Codex Gigas

El Codex Gigas coincide en esencia con la estructura de la Biblia de Alcuino, salvo por el hecho de que los libros de Samuel y Reyes están ubicados entre Job y los Salmos, lo cual es una característica anormal y poco común. El manuscrito incluye también a Baruch, que no está en la Biblia de Alcuino. Este libro forma parte de Jeremías, del que se distingue solamente por unas iniciales decoradas ligeramente más grandes. Por lo demás, Job viene después de los Profetas, y Esther después de Judith. En el Nuevo Testamento, el Apocalipsis (o Libro de la Revelación) viene después de las Epístolas Católicas.

La estructura principal está acentuada en parte con la ayuda de iniciales a página plena. La primera hoja se ha perdido, y es el comienzo del Génesis, que posiblemente se abría con una inicial a página plena para indicar el principio del primer grupo bíblico: el Pentateuco.

El siguiente grupo, los Profetas, comienza con una inicial decorada a página plena, para Josué. El Libro de los Reyes tiene una inicial ornamentada a página plena, y de esta forma constituye una unidad separada. Los libros poéticos y los Hagiógrafos, por otro lado, carecen de iniciales a página plena. De los libros del Nuevo Testamento, cada uno de los Evangelios tiene iniciales a página plena, pero, además, las iniciales de Mateo y Marcos están recubiertas con oro.
Fuente: Codex Gigas. National Library of Sweden.

La Biblia



Secuencia de los libros de la Biblia

La Biblia es un libro sagrado tanto para el Judaísmo como para el Cristianismo, pero en el contenido y composición difieren bastante entre las dos religiones, a lo que se suma el hecho de que haya diferencias canónicas entre algunas denominaciones cristianas, por ejemplo, Católicos y Protestantes.

La Biblia Hebrea se divide tradicionalmente en tres grupos principales, según el significado religioso de los textos: la Ley (Torah, en hebreo), los Profetas (Neviim) y los Hagiographa o Escrituras (Ketuvim), sumando un total de treinta y seis libros. Las letras iniciales de cada una de las partes forman la designación de la Biblia en su totalidad, vocalizada como “TaNaKH” (la letra hebrea “kaf” en Ketuvim se pronuncia como “kh” cuando está al final de la palabra).

La Torah, que corresponde a los cinco libros mosaicos del Pentateuco, es la parte más sagrada de la Biblia Hebrea.

La parte siguiente (los Profetas) comprende a los profetas anteriores (Josué, Jueces y Samuel), con cuatro Libros de los Reyes, y a los posteriores, a saber, tres Mayores (Isaías, Jeremías y Ezequiel) y doce Menores (en referencia a la longitud del texto), desde Osías hasta Malaquías.
Los Hagiographa: este libro tiene una importancia religiosa menor. Comprende los libros bíblicos que son considerados, ya como escritos sabios, o bien que contienen narraciones simbólicas: los Salmos, Job, Proverbios, los cinco Megillot (“rollos”), que se leen en festividades (Ruth, el Cantar de los Cantares, las Lamentaciones, y Esther), y, por último, Daniel, Ezra-Nehemías y los Libros de las Crónicas.
La división tripartita de la Biblia Hebrea posiblemente se remonta a tiempos muy antiguos. Su canon, es decir, la lista de las escrituras reconocidas, autorizadas, fue terminado en el siglo I d.C. Los manuscritos medievales rara vez incluyen las tres partes de la Biblia juntas.

La traducción griega

La Biblia Hebrea fue traducida al griego, probablemente en el siglo III d.C., para beneficio de los judíos helénicos. La traducción se conoce por su nombre latino: “Septuaginta” (Los Setenta), a raíz del número de eruditos que, según dice la leyenda, efectuaron dicha traducción. Contiene una serie de libros deuterocanónicos que no están incluidos en la Biblia Hebrea (Tobías, Judith, la Sabiduría de Salomón, Syrach/Ecclesiasticus, Baruc, Macabeos I-II).

La Septuaginta es el basamento de la Biblia Cristiana, aumentada por la incorporación de las escrituras cristianas, concretamente el Nuevo Testamento. En el año 397 el Tercer Concilio de Cartago elaboró una lista autorizada de los libros del Nuevo Testamento, que sumaban un total de veintisiete (la misma cantidad actual). El Nuevo Testamento comprende cinco libros históricos (cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles), veintiún Epístolas y el Apocalipsis. En total la Biblia Latina tiene setenta y tres libros (cuarenta y seis del Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo).

Fuente: National Library of Sweden. Codex Gigas.
http://www.kb.se/codex-gigas/eng/



Conjuros y Exorcismos


Un conjuro es una fórmula religiosa o mágica que se presume capaz de evitar o expulsar a un demonio, a la mala suerte o a la enfermedad. Se considera que el conjuro le da a, la persona que lo pronuncia, ooder y dominio sobre los espíritus, bestias malignas y cosas por el estilo, y le proporciona protección contra la brujería. En tiempos medievales los conjuros se usaban en diferentes conecciones, tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella. Imagen: Folio 290 del Codex Gigas.

El exorcismo es la expulsión del poder del demonio de los seres humanos y objetos. Los excorcismos se practican en varias ocasiones en la Iglesia medieval, por ejemplo, como parte de los bautismos y como primera etapa en muchas bendiciones. El “exorcismo solemne” se utilizaba para expulsar el demonio dentro de personas poseídas. El exorcismo nunca fue de naturaleza privada, sino que siempre fue llevado a cabo exclusivamente por la autoridad de la Iglesia.




Como práctica médica


Los conjuros se utilizaban mucho en la práctica médica medieval. Normalmente significaba el destierro del diablo y de las fuerzas demoníacas que según se creía causaban las enfermedades. Los conjuros se utilizaban, sobre todo, contra enfermedades agudas, como infecciones sanguíneas, heridas purulentas, dolor de muelas y de oídos, malaria y sus espasmos acompañantes, y repentinos ataques, en especial los ataques epilépticos.


Formas de conjuros


Los conjuros por lo general incluían un conjunto de frases: una frase inicial en el sentido de “yo te conjuro”, una indicación del tema del conjuro, una invocación del poder sagrado capaz de combatir al demonio, y una orden hacia el demonio para que obedeciera y cumpliera con los deseos del conjurador. La orden concluyente podía ser repetida varias veces. Los conjuros podían ser reforzados por la invocación de personas, cosas y eventos considerados sagrados y, por lo tanto, poderosos, como por ejemplo la cruz y la sangre de Cristo o el Santo Sepulcro, la historia de la Pasión o el Juicio Final. Los hechos bíblicos y ocurrencias en las leyendas cristianas se consideraban una fuente de poder en virtud de su santidad. El conjuro además podía ser reforzado mediante actos acompañantes, como la señal de la cruz, la imposición de manos o la expulsión de aire, subrayando así su naturaleza imperativa y vinculante.


Conjuros en el Codex Gigas


En el Codex Gigas, la presentación amplia de la Jerusalén Celestial y el Diablo está seguida por tres conjuros y dos encantos mágicos (folios 290v-291r). Posiblemente están destinados para la protección y como contraparte de la imagen del Diablo en las páginas precedentes. El texto está escrito en caracteres de gran tamaño, sobre un fondo coloreado, justo igual que la confesión de los pecados que precede al despliegue pictórico.


El primer conjuro es contra la enfermedad repentina, y aquí el diablo es tratado con palabras mágicas: puton, purpuron, diranx, celmagis, metton, ardon, lardon, asson y catulon, con un acompañamiento de la señal de la cruz.


Los dos conjuros siguientes son contra estados febriles. Uno de ellos apostrofa las siete hermanas demoníacas de Satan. Ellas tienen que ser expulsadas de “un siervo de Dios” a través de la invocación de varios eventos de la vida de Cristo, aunque también por los ángeles, la Santa Virgen, Juan el Bautista, los Evangelistas, los Apóstoles, los profetas y varios santos.


En la segunda fórmula, el diablo sediento de sangre, Dino, que tiene 150 garras, es conjurado y se le ordena que no haga daño a su víctima y que “duerma como un cordero añero”.




Dos de los encantos mágicos tienen que ver con el robo. Este tipo es conocido tanto por la magia judía como la cristiana. Uno indica cómo atrapar a un ladrón con la ayuda de un medium ("un joven virgen inmaculado"). Sus uñas deben untarse con trece gotitas de aceite, y luego él verá al ladrón en el aceite brillante. El otro encanto nos informa que, para ver en un sueño "el robo que ha ocurrido", hay que asir una carta en la mano izquierda, invocar a Dios por su Sagrado Nombre, también a los arcángeles, y conjurar a los espíritus maléficos para que se vayan a su casa y se duerman.


Fuente: Codex Gigas. National Library of Sweden.



Confesión de los Pecados en el Codex Gigas




La confesión de los pecados (en lat., confessio) toma la forma de una confesión general conectada con un acto de culto o una confesión privada.


El pecado no solamente comprende a cualquier acto inmoral, sino también a toda ofensa contra la voluntad divina, que implica una pérdida de la comunicación con Dios. Hay una gran cantidad de pecados de comisión. El catolicismo distingue entre el pecado mortal y el pecado venial. El pecado mortal es un pecado deliberado y consciente contra Dios, lo que implica una pérdida de la gracia, pero igualmente puede ser absuelto por la confesión. El pecado venial, por otra parte, no necesita confesión.





Los siete pecados mortales




El Papa Gregorio Magno (c. 540-604), que hizo muchísimo para influir en la concepción medieval del pecado, contaba siete pecados mortales como los más peligrosos, porque engendran otros vicios y pecados. Los pecados mortales son el orgullo o la “vanagloria” (en lat., inanis gloria), la envidia (en lat., invidia), la ira (lat., ira), la pena (lat., tristitia), la avaricia (lat., avaritia), la glotonería (lat., ventris ingluvies) y la lujuria (lat., luxuria). A veces se agrega un octavo pecado mortal: la pereza (lat., acedia).




Forma de confesión de los pecados




La forma de confesión de los pecados en la liturgia católica, se inspiró en el ritual judío. No hay un patrón establecido para la confesión de los pecados, y puede variar tanto en extensión como en estructura. Ciertos elementos regulares están siempre presentes, como la confesión ante Dios (los santos y la Iglesia), la enumeración de los pecados cometidos en pensamiento, palabra y obra, y el deseo de perdón.




Muchas de las confesiones medievales que sobreviven no contienen ni los pecados mencionados en el Nuevo Testamento, por ejemplo, en el Evangelio de San Mateo (Mat. 15:19) y las Epístolas Paulinas (Rom. 1:29-31, Gal. 5:19-26) ni las ofensas que pueden ser cometidas en contra de los Diez Mandamientos.




Especialmente a principios de la época medieval, las listas o catálogos de pecados podían ser muy largas –una mezcla de diversos vicios con pecados grandes y chicos. En sustancia, a menudo procedían de las enumeraciones incluidas en los escritos de los Padres de la Iglesia o en resoluciones de los primeros Concilios de la Iglesia. La gran cantidad de pecados servía para subrayar la debilidad humana, y así se inspiraba el temor de cometer ofensas. A través de la confesión, se admitía la insignificancia del hombre y se adquiría la esperanza de la gracia. Nunca existió una escala uniforme de castigos o penitencias para los pecados cometidos.




La confesión de los pecados en el Codex Gigas




La confesión de los pecados en el Codex Gigas abarca cinco páginas (folios 286v- 288v). Viene inmediatamente antes de las representaciones pictóricas de la Jerusalén Celestial y del Diablo, y está escrita en letras grandes sobre un panel coloreado. Queda claro, a partir del contenido, que esta confesión es la de un clérigo que había pecado en pensamiento, palabra y obra. Las frases iniciales, dirigidas a Dios, Cristo, los ángeles, los patriarcas, profetas, apóstoles y toda la compañía de los santos, están seguidas por una larga enumeración de todas las ofensas del pecador contra su vocación sacerdotal, contra la abstinencia sexual y corporal, y todos los pecados mortales y sus varias ramificaciones. La confesión termina con una oración por el perdón y la gracia. Los muchos santos invocados incluyen, entre otros, a San Adalberto y Václav (Wenceslao), ambos santos patronos de Bohemia.




 
Fuente: Codex Gigas. National Library of Sweden.


Cosmas de Praga: Chronica Bohemorum







Cosmas de Praga: Chronica Bohemorum (crónica checa, Crónica de Bohemia)



La crónica checa es obra de un diácono de Praga que murió en 1125, a una avanzada edad. La historia de su familia por parte de padre frecuentemente ha sido vinculada con los prisioneros polacos que llegaron a tierras checas durante la primera mitad del siglo XI. A pesar de que Cosmas era un sacerdote, se casó con una mujer llamada Bozetecha.


Escribió su obra a lo largo de varios años, a fines ya de su vida, utilizando una gran variedad de fuentes y materiales como base. Después de colocar su crónica de los checos en un contexto “mundano”, Cosmas empezó con las leyendas checas. Estas reflejan la tradición oral, pero también incluyen eventos más recientes. Cosmas embelleció con imágenes su versión de las leyendas. A ellas sigue recopilaciones de varias obras históricas a partir de los siglos X y XI. La crónica incluye además la experiencia y conocimiento personal de Cosmas, así como de personas de su círculo (con sus simpatías y antipatías). Su obra iba a convertirse, en gran medida, en un instrumento de la ideología “de estado” checa.


Enfoque medieval


Los métodos de trabajo de Cosmas eran puramente medievales, ya que por aquí y por allá toma secciones de textos de una gran variedad de fuentes. Por lo tanto hay frecuente citas de autores antiguos (principalmente Virgilio, pero también otros, como Horacio, Ovidio y Lucano). Además, toma referencias aisladas o paráfrasis de otros poetas antiguos, de manera que se mezclan elementos literarios antiguos y cristianos, como de hecho era muy común en el periodo medieval; Cosmas se inspiró en varios “florilegia” (es decir, colecciones de fragmentos).


Sin embargo, también esto da cuenta de su excepcional erudición, tanto como escritor como cronista. Cosmas empleó importantes crónicas imperiales, en particular de la Reginon de Prüm, y otros materiales, incluyendo variadas leyendas, como la de San Vacláv (que fue una de las principales fuentes para Cosmas).


Un relato subjetivo


Cosmas adhería al principio de que el material fáctico ya escrito, en cualquier parte, no debía repetirse. Es cierto que como historiador fue bastante impreciso en algunos aspectos cronológicos, así que este tipo de información habrá de utilizarse con precaución. A raíz de su posición, Cosmas estuvo relativamente cerca de importantes eventos políticos: esto hace que sus relatos sean bastante subjetivos. Por ejemplo, se ve claramente en su impresión negativa sobre el rey Vratislav (m. 1092). Pero a pesar de todo, su crónica sigue siendo una de las fuentes narrativas más importantes sobre la historia checa en su contexto europeo central más amplio, aún cuando sus relatos se concentran casi exclusivamente en el reinado de la dinastía Premyslid y su círculo inmediato.


Cosmas utiliza una serie de elementos y métodos literarios para animar su narración. Son frecuentes discursos (ficticios) en primera persona, y otros artilugios poéticos tales como prosa rimada y diferentes cláusulas rítmicas.


Los estudios de Cosmas en la famosa escuela catedralicia de Liége, con el Magister Frank, sin dudas tuvieron una gran importancia en su desarrollo intelectual. Muchas de las relaciones personales y vínculos en Bohemia se muestran en los prólogos que anteceden a las secciones individuales de su crónica. La primera dedicatoria se relaciona con su obra en su totalidad: está dirigida al Magister Gervasius, al parecer un archipresbítero de la iglesia de Praga. El primer libro está dedicado a Clemens (Kliment), el Abad del Monasterio de Brevnov. Como está hoy en día, el tercer libro no tiene dedicatorias. Cosmas estaba trabajando en el cuarto libro justo cuando murió.


Estos nombres y el medio en que vivieron son el primer indicio de los lazos intelectuales de Cosmas, pero también sugieren dónde podría haber recogido sus fuentes. Habría tenido contacto con los manuscritos guardados en las bibliotecas de las instituciones encabezadas por estas personas, en especial el Monasterio de Brevnov.


Una gran cantidad de copias


La popularidad de la Crónica está indicada por el hecho de que han sobrevivido una cantidad inusual de copias. Actualmente se conocen más de quince copias medievales, en varios grados de integridad, y otras se mencionan en inventarios de libros medievales. Algunas de estas copias son anteriores a la que está incluida en el Codex Gigas, pero esta tiene la gran ventaja de presentar la crónica completa. Un dato curioso: en el Codex Gigas la Crónica ocupa once folios, mientras que en otras ediciones críticas impresas lleva más de doscientas páginas.


Dado que no se conserva el original, como es el caso usual de estas obras durante el periodo medieval, es difícil de determinar cómo fue creada. Algunas de las copias difieren en detalles individuales, como los aspectos editoriales de los últimos capítulos, y en especial las adiciones de naturaleza local. Hasta ahora todos los intentos de encontrar afiliaciones entre los manuscritos individuales (y por tanto, entre las mismas versiones de la crónica) no han logrado obtener una aceptación generalizada.


El primer libro, con cuarenta y dos capítulos, abarca el periodo hasta el año 1037, es decir, los primeros años del reinado de Bretislav I. El segundo, con cincuenta y un capítulos, llega hasta el año 1092, a la muerte de Vratislav I (como Rey Vratislav I). Finalmente, el tercer libro, con sesenta y dos capítulos, se ocupa del periodo hasta la muerte de Cosmas (en 1125). Aquí el cronista establece explícitamente que evita, intencionalmente, discutir algunos hechos que todavía son muy controvertidos. La grandeza de los libros individuales está medida no sólo por la cantidad de capítulos, sino también en términos de amplitud. Aunque la obra de Cosmas es en esencia una crónica, también tiene rasgos de obra analítica (1)


(1) Nota de la traductora: “Analítica” en este caso se refiere a los anales, es decir, crónicas que registran los hechos históricos año por año.


Traducido de: National Library of Sweden - Kungl Biblioteket
véase el art. original en:


La Imagen del Diablo en la Simbología



Del griego “diábolos”, el Adversario y Perturbador, es la contraimagen de Dios en el cielo como regente del infierno.

Sus atributos provendrían, en primer lugar, del demonio etrusco del mundo subterráneo, Charu: nariz de pico de buitre, orejas puntiagudas de animal, alas, y dientes como colmillos (como los del demonio Tuchulcha, que como símbolo de muerte lleva un martillo).

A ello se le agregan las propiedades corporales del macho cabrío, como cuernos, patas y rabo, con lo cual esta imagen simbólica recuerda al dios griego de la naturaleza Pan. Más raramente, se le atribuyen cascos de caballo (o, como señal de división, un pie humano y una pata de caballo).



Para diferenciar sus alas de las de los ángeles, se le suele dotar con alas del murciélago, un animal que revolotea sólo por las noches. En pinturas que representan aquelarres (brujas reunidas en sitios como bosques o montes de dudosa fama), suele llevar en el trasero un segundo rostro que sus súbditos suelen besar (“osculum infame”).





Amplificaciones legendarias del pasaje bíblico de Isaías 14 hacen remontar la existencia del diablo (Lucifer, phosphoros: portador de luz) a su rebelión contra Dios y su precipitación en el mundo subterráneo.


Pero sin embargo no siempre se representa como figura que asusta. En ciertas leyendas populares aparece como cazador con vestidura verde o roja, y en obras plásticas medievales también como hermoso y seductor “príncipe de este mundo”, cuya espada, sin embargo, está roída y carcomida por sapos, serpientes, y gusanos.

Siempre las serpientes y los dragones son sus símbolos, y contra ellos luchan los santos.
También entre sus animales simbólicos figura el león, a pesar de que por lo común tiene una simbología positiva. En el pasaje 1Pedro 5,8: “El diablo anda en derredor como león rugiente y busca a quien devorar”.

El zorro, con su astucia y su maldad, también es un símbolo del diablo.

Como contraimagen de la Trinidad celestial, el príncipe del infierno aparece a veces representado con tres caras, por ejemplo en la “Divina Comedia”, del Dante.


Otras criaturas simbólicas del diablo son también un pájaro rojo, la rojiza ardilla, el basilisco y el cuco.



Tarot. La carta XV de los “arcanos mayores” , el diablo, muestra un príncipe del infierno con cuernos y con alas de murciélago encima de un estrado en el que se hallan encadenadas dos personas convertidas en diablo; se interpreta como castigo, culpa, esclavitud de los instintos.








Para consultar (muy interesante):
La imagen del sátiro o macho cabrío, está tomada del blog Bestiario, para consultarlo el link es el siguiente: http://farellalvaro.blogspot.com/
Y la última imagen, la de la carta del tarot, proviene del siguiente blog: http://elespiritudelchemin.wordpress.com/2009/06/16/el-diablo-arcano-xv-del-tarot-rider-waite
Sugiero visitar estos sitios, me parece que es una buena lectura complementaria sobre este tema. Y en los siguientes artículos seguiré hablando de la simbología sobre el diablo: macho cabrío, por ejemplo.

Leyenda del Codex Gigas



Con los años, se le ha dado al manuscrito muchísimos nombres que aluden a su tamaño y al retrato del Diablo. Aparte de “Biblia del Diablo” y “Codex Gigas”, también se lo ha llamado “Codex Giganteus” (libro gigante), “Gigas librorum” (El libro gigante), “Fans Bibel” (la biblia del diablo), Hin Hales Bibel, y Svartboken (el libro negro, libro oscuro).

Ha despertado la imaginación de la gente, y ha dado origen a una gran variedad de leyendas. Ya en tiempos medievales aparece la leyenda de un monje de Podlazice, amurallado vivo por sus pecados. Amurallado en el sentido de encerrado tras murallas, se entiende.


Este monje intentó expiar sus culpas escribiendo el libro más gigantesco del mundo en una sola noche. Al darse cuenta de que semejante tarea estaba más allá de sus posibilidades, invocó la ayuda del diablo. El diablo lo ayudó, puso su retrato pintado en el libro, y al monje le exigió su alma como pago. El monje fue rescato, pero se había vuelto loco (“había perdido la paz de su alma”), hasta que en un momento se dirigió hacia la Virgen, rogándole su salvación. La Virgen accedió a ayudarlo, pero el penitente murió en el mismísimo momento de ser absuelto de su maldito pacto con el Diablo.

Esta leyenda es una variente de un cuento medieval muy popular, de Theophilus el Penitente, que tiene los mismos ingredientes que la leyenda de la Biblia del Diablo: un pacto con el Diablo con el fin de alcanzar lo imposible, después los remordimientos, la compasión de la Virgen y la rápida muerte del penitente. Los mismos elementos aparecen, otra vez, en la historia de Fausto, conocida ya desde el siglo XVI.

Expiación de los pecados

La leyenda también manifiesta la creencia medieval de que era posible expiar los pecados copiando textos. En su “Historia eclesiástica”, Orderic Vitalis (1075-1142) relata una historia contada por el Abad Thierry acerca de un monje proclive a pecar bastante, que era un escriba muy hábil y devoto. Después de su muerte, la obra que estaba copiando fue utilizada como evidencia para salvarlo de la condenación eterna. Cuando cada una de las letras en el texto fue sopesada contra sus pecados, resultó que había escrito una letra de más (comparando cantidad de letras- cantidad de pecados). A su alma se le permitió reunirse con su cuerpo, y fue perdonado por sus pecaminosos actos.

Strindberg y Klemming

En el libro “Tokroliga anekdoter”, publicado en 1858, encontramos el siguiente relato. Un portero de la biblioteca quedó encerrado dentro de la sala de lectura (se había quedado dormido). Antes de despertarse, tuvo una visión: los libros se movían a su entera voluntad, salían de los estantes y giraban en una danza vertiginosa. Un gran reloj, que normalmente no funcionaba, comenzaba a marcar las horas. Los libros que estaban cerca de la Biblia del Diablo comenzaron a caer en todas partes, justo cuando el mismísimo Libro Gigante se unió a la danza. A la mañana siguiente, el portero, aterroriado y fuera de sus cabales, fue encontrado debajo de la mesa: “desde aquel momento y para siempre quedó completamente loco y tuvo que ser llevado al manicomio”.

Eugéne Fahlstedt (1851-1935), entrevistado en 1911, describe cómo una vez, en la década de 1870, su amigo August Strindberg (1849-1912) lleva a sus amigos a la biblioteca para leer la Biblia del Diablo. Era muy tarde, de noche, pero Strindberg (que trabajaba en la biblioteca) tenía una llave. Sacó la Biblia y “... encendió la luz con unas cerillas, y allí, a la luz de llamaradas sulfurosas, así... así.. así leyeron la Biblia del Diablo”.

Fuente: Biblioteca Nacional de Suecia

Procedencia del Codex Gigas


Procedencia del Codex Gigas

El Codex Gigas tiene su origen en la Bohemia medieval. Hay santos bohemios en el calendario del manuscrito, y su necrología incluye varios nombres checos de personas conocidas históricamente o no. La inclusión de la Crónica de Bohemios, de Cosmas de Praga, entre los textos en el manuscrito también corrobora su origen bohemio.

El manuscrito ha sido fechado entre los años 1204 y 1230, a partir de la siguiente evidencia circunstancial. El santo bohemio Procopio, canonizado en 1204, aparece el 4 de julio en el calendario, lo que nos dice que el manuscrito no pudo haber sido escrito antes de ese año.

Al mismo tiempo, el manuscrito tiene que haber sido escrito después de 1223, porque el Obispo Andreas de Praga (1214-1223) está mencionado el 30 de julio, en la necrología. Murió en 1223, y es el último de una serie de personajes identificables históricamente entre fines del siglo X y principios del XIII, cuyos nombres están en la necrología. Por otra parte, el nombre del rey bohemio Ottokar I, de la dinastía Premsyl, no está en la lista. Como murió en 1230, el Codex Gigas tiene que haber sido terminado en algún momento entre 1224 y 1230.

Una nota en la primera hoja del Codex Gigas establece el monasterio Benedictino de Podlazice, cerca de Chrudim, como primer propietario conocido del manuscrito. Los benedictinos de Podlazice, encontrándose en graves dificultades financieras, empeñaron el manuscrito a los cistercienses de Sedlec. La nota además registra que en el año 1295 el Codex Gigas había sido restituido a los benedictinos por Bavor, abad del monasterio de Brevnev (1289-1332), a pedido del obispo Gregorio de Praga (1296-1301). El manuscrito, ya en aquel momento, era considerado como una de las maravillas del mundo. No queda claro si la adquisición tuvo lugar en 1295, porque Gregorio fue elegido obispo de Praga recién en 1296. Es posible que el escriba anotara, por error, 1296 en lugar de 1295.

Es poco probable que este enorme libro haya sido escrito en Podlazice. El monasterio era demasiado pequeño y pobre como para emprender semejante trabajo, que necesitó enormes recursos humanos y materiales. Por lo que sabemos, ningún otro manuscrito medieval salió de ese monasterio.

No se conoce el nombre del escriba del Codex Gigas, pero se conjetura que fue el monje Herman, cuyo nombre, con el cognomen “inclusus”, confinado (Hermanus monachus inclusus), aparece el 10 de noviembre en la necrología. El calificativo “inclusus” estaba vinculado con la leyenda de un monje pecador, confinado entre muros, que habría escrito el Codex Gigas, completo, durante una sola noche, pero con la asistencia del Diablo (más adelante hablaré de esta leyenda). Pero el término “inclusus, -a” o “reclusus, -a” en realidad denota un recluso, es decir, una persona afiliada principalmente a un monasterio, que vive en un absoluto aislamiento en una celda por razones religiosas o ascéticas o, más raramente, como una forma de penitencia. Tras un periodo de prueba de por lo menos un año, esta persona podía ser encerrada en una celda por un obispo, quien sellaría personalmente la puerta. A veces la celda podía ser amurallada, y se celebraba una misa de requiem para los “reclusus”, simbolizando un funeral. Esta forma de vida no era rara entre los benedictinos y los cistercienses. Tampoco es rara la designación “reclusus” en las necrologías medievales.

Otro nombre sugerido para el escriba es el de “Sobisslaus”. Este nombre aparece en una oración a la Virgen María, agregada en uno de los márgenes del libro. Pero esta oración aparece con una letra diferente del resto del manuscrito, y fue agregada más tarde en el siglo XIII.

El Codex Gigas en el siglo XV

Posteriormente, el manuscrito enfrentó una serie de cambios. Cuando estalló la guerra Husita en 1420, los monjes de Brevnov fueron evacuados hacia la comunidad de Broumov, donde el manuscrito fue visto por un cierto M. Johannes Frauenberg de Görlitz. Asistía a una reunión de príncipes silesios y los estados del Alto y el Bajo Lausitz en Broumow en 1477. Desde allí escribió una carta describiendo brevemente el manuscrito.

El Codex Gigas en el siglo XVI

Durante el siglo XVI el Codex Gigas sirvió como una especie de “album amicorum”. Varios religiosos de Praga y de la vecina Silesia, así como también personas seculares, escribieron sus nombres en el manuscrito cuando visitaban el monasterio de Broumov. Uno de ellos, Christopher Schlichtig, seguidor de Paracelso (místico, alquimista y médico suizo, Theophrastus Bombastus von Hohenheim, 1493- 1541), estuvo en el monasterio el 26 de septiembre de 1590. La entrada se refiere a él como un doctor de filosofía iatroquímica y medicina, y consejero y médico del príncipe Guillermo V de Bavaria.

La iatroquímica era una mezcla de alquimia, medicina y química, practicada por los paracelsianos en los siglos XVI y XVII. La entrada referente a Schlichtig termina con verdadero espíritu paracelsiano: “Azoth virescit.”

El abad Johannes III Chotovsky de Chotov de Broumov (1553-1575) registró en una entrada en el manuscrito que Ferdinando I (1503-1564), rey de Bohemia y Sacro Emperador Romano, había pasado la noche en el monasterio en 1527. Ferdinando estaba en camino desde Praga hacia Wroclaw (Breslau), donde se le había rendido homenaje al nuevo rey. Antes de llegar a Broumov, estuvo en Scheidnitz (Swidnica), donde, según lo registra la entrada, había “un predicador rebelde colgado... con una soga en un peral fuera de la ciudad”. El “predicador rebelde” era el sacerdote Johann Reichel, de Striegau (Strzegom) en Silesia. Conocido como Eilffinger, era un seguidor del reformista radical silesio Kaspar von Schwenckfeld (1489-1561) y, de acuerdo a ello, un religioso opositor al emperador católico. Se sabe a partir de otras fuentes, que sufrió un castigo particular: fue colgado boca abajo.

Rodolfo II (1576-1612), rey de Bohemia y Sacro Emperador Romano, se interesó en la Biblia del Diablo y quiso pedirlo prestado a Praga. Dos de sus cancilleres, Daniel Printz y Paulus Hanniwald, junto con el hermano de Paulus, Adam Hanniwald, estamparon sus nombres en el manuscrito. Ellos formaban parte de una embajada que volvía de Polonia en 1590. Rodolfo, uno de los más grandes bibliófilos de aquella época, era conocido por su interés en el ocultismo. Aún cuando el manuscrito todavía se consideraba propiedad de Brevnov, una de las entradas registra que el permiso para su préstamo se había obtenido a partir del abad Martin (1575-1602). Albertus Wnesconius, prior del monasterio de Broumov, asistió a la verdadera transferencia, encargándole la tarea al Jefe de policía Mathias de Dorndoff y Biskupov.

El jefe de policía ya estaba familiarizado con el manuscrito, porque lo había visto en 1587. Fue enviado a Praga el 4 de marzo de 1594. Una nota señala que pasó la noche del 6 de marzo en Nachod, en la casa de un funcionario de la ciudad, Hanus Buchlovecky de Krizkovic, y que el 16 de marzo llegó a Nymburk. Varias personas firmaron en el manuscrito; Nymburk está a sólo 50 km de Praga, así que el manuscrito tuvo que llegar a destino poco tiempo después.

Una vez en Praga, utilizaron asiduamente al Codex Gigas. Jan Huberus Pontanus, secretario de Rodolfo, señala en 1597 que él “... muy impaciente examinó este enorme libro y transcribió gran parte para Su Majestad Imperial...”

Marquard Fresher (1565-1614), historiador alemán y editor de fuentes históricas, lo utilizó también para su segunda edición completa de la Crónica de Cosmas en 1607.

La Biblia del Diablo nunca fue devuelta a Broumov. Aparentemente, no fue esta la única propiedad monástica que Rodolfo pidió prestada y nunca devolvió.

El Codex Gigas en el siglo XVII

El manuscrito fue registrado en varios catálogos de la Cámara de Tesoros y Arte de Rodolfo, a menudo con alusiones a la leyenda asociada con su creación. Un inventario de 1635 nos dice que el Diablo ayudó proporcionando el pergamino y el equipo de escritura necesario para un monje encerrado en “Branau”. Otro inventario, compilado por el tesorero Dionysio Miseroni en 1647, describe al Codex Gigas como un gran libro escrito por un monje amurallado en “Prauna” (paciencia, paciencia, en el próximo capítulo hablo de esta leyenda). Y en otra lista compilada por el mismo Miseroni, poco después de que Praga fue tomada por los suecos, el manuscrito es referido como un gran libro llevado por el diablo a un monje encerrado entre murallas.

Estocolmo, 1649

El Codex Gigas llevó a Estocolmo en 1649, junto con otros libros y manuscritos incautados en Praga. Es el primer objeto listado en el catálogo de los manuscritos compilado por Isaac Vossius alrededor de 1650. Esto era natural, porque los manuscritos se catalogaban de acuerdo a su formato. Pero tal vez el manuscrito no logró interesar del todo a la reina Cristina. No fue incluido en la gran cantidad de libros y manuscritos que se llevó a Roma tras su abdicación, y fue dejado en el castillo real.

En el incendio del castillo en 1697, el Codex Gigas se salvó porque fue arrojado por la ventana. Se dice que una persona que estaba abajo resultó herida. Tal vez sea simplemente un cuento, pero lo concreto es que el volumen resultó seriamente dañado.

La fama del manuscrito no muestra signos de decaimiento, y se inscriben más nombres. En su historia de la Biblioteca Real (Biblioteca Nacional de Suecia), publicada en 1751, Magnus von Celse (1709-1784) observa que “... los extranjeros que han dedicado unas pocas miradas rápidas a la Biblioteca Real y la mencionan en sus diarios de viaje y descripciones, apenas registran otra cosa que una copia de la Biblia que muestra trazos de propia mano de Lutero, y este volumen de Praga”. Para que quede claro, desde entonces se sabe que la llamada Biblia de Lutero nunca perteneció a Martín Lutero, de ninguna forma.

La primera descripción detallada del manuscrito fue escrita por Joseph Dobrowsky (1753-1829), miembro de la Real Sociedad de las Ciencias (Königl. Gesellschaft der Wissenschaften) en Praga y fundador de la lingüística checa. Fue enviado a Suecia en el verano de 1792 para examinar los materiales de interés desde el punto de vista de la historia y la literatura checa. En su informe, publicado en 1796, señala que el Codex Gigas incorporaba elementos checos considerables. El autor y traductor checo Josef Pecirka (1818-1870) hizo una visita del mismo estilo cincuenta años más tarde, publicando una descripción de su viaje en 1851. Su informe también incluía una larga descripción del Codex Gigas.

En 1811, Lorenzo Hammarskjöld (1785-1827), bibliotecario auxiliar en la Biblioteca Real, publicó la primera descripción exhaustiva del manuscrito en sueco. Una contribución vital fue hecha luego por el padre benedictino Beda Dudik (1819-1890), catedrático de Historia General en la Universidad de Brno e historiógrafo de Moravia. Llegó a Suecia en junio de 1851 y permaneció allí hasta septiembre, para estudiar los manuscritos que tenían alguna relación con la historia morava. Publicó sus conclusiones en 1852, en Forschungen, en Schweden für Mährens Geschichte, un estudio innovador que cubría manuscritos provenientes de Bohemia y varios libros impresos, e incluía un examen completo de la Biblia del Diablo.

Documental: National Geographic













Lecturas Adicionales




El manuscrito A148 siempre ha atraído la atención debido a su enorme tamaño y la imagen, en una de sus páginas, del diablo entronizado en un estado solitario. A lo largo de los años, ha pasado por dos amargos sobrenombres: la Biblia del Diablo y, en latín, Codex Gigas (“el libro gigante”).





En tiempos medievales, el manuscrito figuraba entre las maravillas del mundo, y se le atribuía un gran valor material. Una nota de fines del siglo XIII en el interior de la cubierta frontal señala que los benedictinos de Podlazice, encontrándose en apuros financieros, empeñaron el manuscrito a un monasterio cisterciense en Sedlec. Luego fue adquirido nuevamente, para los benedictinos, a finales del siglo XIII por el rico monasterio de Brevnov, ya que el arzobispo de Praga consideraba justo y apropiado para el tesoro que fuera conservado por su orden.



El Codex Gigas contiene numerosas inscripciones de “estuve aquí” de los siglos XVI y XVII, lo que demuestra su encanto permanente. En una fecha tan reciente como el siglo XIX, dos autores checos, Josef Pecirka y Beda Dudik, pioneros en el estudio del manuscrito, inscribieron sus nombres en él.



El manuscrito también ha sido víctima de la codicia de dos famosos coleccionistas de arte. En 1594, Rodolfo II lo transfirió de su castillo de Praga. La pintura del diablo exaltaba sus ansias por lo oculto. Medio siglo más tarde, la reina Cristina de Suecia agregó el manuscrito a su espléndida biblioteca en el Castillo de Estocolmo.



El Codex Gigas ha conservado su poder de atracción justamente hasta el día de hoy. Aquí hay una imagen del volumen abierto, en una colección americana de imágenes estereoscópicas que datan de 1906 y que muestra los sitios de interés de Estocolmo. Y en una serie de tarjetas postales de Estocolmo publicada en 1929, el manuscrito se utiliza para representar las curiosidades de la Biblioteca Real.



La estructura del Codex Gigas

La mitad del manuscrito consiste en el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero están separados por traducciones en latín de las dos obras de Flavio Josefo sobre la historia de los judíos (“Antiquitates Iudicae” y “De bello Iudaico”), la enciclopeida Etimologiae de Isidoro de Sevilla, en veinte libros, y ocho escritos médicos.


Los primeros cinco de estos últimos son una colección de textos médicos, principalmente de origen griego o bizantino, que, con el título de “Ars medicinae” (el arte de la medicina) eran de lectura obligatoria para los estudiantes de medicina en Salerno, al sur de Italia, desde principios del siglo XII en adelante. “Ars medicinae”, más tarde conocido como “Articella”, finalmente se convirtió, con una serie de agregados, en un manual de medicina estándar en toda la Europa medieval. “Ars medicinae” aborda temas médicos en términos teóricos y prácticos. Los últimos tres tratados médicos están dedicados a la medicina práctica, y fueron escritos por Constantino el Africano. Era un monje benedictino de Monte Casino en la segunda mitad del siglo XI, y desempeñó un importantísimo papel como traductor latino e introductor europeo de una cantidad de escritos médicos árabes.



Las obras médicas están seguidas por el Nuevo Testamento. A su vez, éste es seguido por la apertura que constituye el núcleo y la quintaescencia de todo el manuscrito, a pesar de que están casi al final del mismo: dos imágenes a página completa, una de la Jerusalen Celestial y, opuesta, una del Diablo. Las páginas que preceden a las pinturas contienen una confesión de pecados, en una letra del doble de tamaño que la del resto del manuscrito. Dos de las páginas siguientes contienen varios conjuros escritos en la misma letra (una letra grande).



A continuación viene la Crónica de Bohemia, el último texto largo del Codex Gigas, escrito por Cosmas de Praga. El Codex Gigas es uno de los más importantes de los quince manuscritos conocidos que contienen el texto de esta crónica, y de hecho, la segunda edición impresa de esta crónica, publicada en 1602, se basaba en él. La nota que registra la hipotca del manuscrito también establece que la Regla de San Benito en algun momento fue inscripto en él, después de la crónica de Cosmas. Esto es muy probable, porque los restos de tres páginas arrancadas todavía son visibles. Pero la Regla de San Benito es un texto relativamente corto, lo que sugiere que las páginas faltantes pueden haber incluído además otro texto.



Las últimas catorce páginas son un Calendario, precedido por una lista de nombres. Probablemente sean los nombres de miembros o benefactores de la comunidad monástica loca. El Calendario tiene rasgos bohemios distintivos. Se mencionan varios santos que se conmemoraban particularmente en Bohemia, y también están los nombres de personas fallecidas que, posiblemente, estaban conectadas con la historia del monasterio de Podlazice, o de Bohemia en general. Este Calendario es un documento muy importante para la historia de la lengua checa. Las dos últimas páginas contienen materiales relacionados con el Calendario.

Traducciones del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento

Los Testamentos Antiguo y Nuevo están dados en la traducción conocida como la Vulgata , cuya historia se retrotrae hasta el trabajo de traducción hecho por San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia. Pero los Hechos de los Apóstoles y el Libro de la Revelación , aquí, provienen de una traducción anterior, llamada “Vetus Latina”. Estas traducciones, hechas durante la segunda mitad del siglo IV, representan a la tradición textual europea (opuesta a la norafricana), y son una evidencia muy importante de las primeras versiones de la Biblia Latina.

El Libro de los Salmos es “iuxta Hebraeos”, la última de las tres versiones del libro preparadas por San Jerónimo en los últimos años del siglo IV, esta vez directamente del hebreo. Los diferentes alfabetos de las tres lenguas bíblicas (Hebreo, Griego y Latín) están reproducidos en la primera hoja del Codex Gigas, lo que nos recuerda el marco linguístico dentro del cual trabajaba San Jerónimo.

La secuencia de los libros

Los textos de los Hechos y del Apocalipsis están entre los rasgos realmente anticuados de este manuscrito. De igual manera, la secuencia de los libros de la Biblia representa una tradición más antigua que la que estaba en uso en el siglo XIII y a la que, por lo general, se ajusta la Vulgata. En cambio, la secuencia del Codex Gigas sigue la de las Biblias carolingias. El Pentateuco está seguido por los Profetas (tanto los Mayores, más Daniel, como los Menores, más Job), y luego los libros poéticos, que están seguidos por las Crónicas, Ezra, Tobías, Judith y Esther. El Antiguo Testamento termina con los Macabeos.



La ubicación de los cuatro libros de los Reyes, después de los últimos profetas, es inusual, ya que estos libros, con su contenido histórico, normalmente vienen antes de los profetas mayores, por lo general después de Ruth (lo que llamamos el Primer y Segundo Libros de Samuel se conocían como Primero y Segundo Libros de Reyes, y nuestro “Reyes I-II” en aquel tiempo eran referidos, respectivamente, como Tercer y Cuarto Libros de Reyes). En el Nuevo Testamento, las Epístolas Católicas (Santiago, Pedro, Juan y Judas) vienen justo después de los Hechos de los Apóstoles, que están acompañados por el Libro del Apocalipsis y las Epístolas Paulinas.


El tamaño del Codex Gigas

El tamaño del Codez Gigas, como manuscrito bíblico, se enlaza con una tradición de Biblias gigantescas, manuscritos muy grandes, a menudo en un volumen único, que se produjeron en el Continente entre la segunda mitad del siglo XI y finales del siglo XII. Algunos de estos libros podía superar los 70 cm de alto. Su tamaño estaba destinado a manifestar la importancia que se adjudicaba a la Biblia por los papas reformistas del siglo XI, que estaban determinados a fortalecer la libertad de la Iglesia y su independencia del poder secular. Se le adjudicaba un rol fundamental a la Biblia.



Las Biblias en un sólo volúmen ya se conocía de tiempos anteriores, pero no fue sino hasta el siglo XI que su tamaño adquirió un particular valor simbólico. Los manuscritos de esta clase comenzaron a producirse en Roma, extendiéndose finalmente al Norte de Europa. A menudo estas Biblias eran presentadas en iglesias y monasterios por poderosos mecenas como medio para indicar su status, o bien eran regalos de obispos que buscaban reafirmar su poder y enfatizar la importancia de la fe en tiempos de tribulación. El rol exacto de estas enormes Biblias en el contexto religioso práctico no queda claro. Su tamaño era adecuado para colocarlos en los atriles en el refectorio monacal para lecturas , en el de la iglesia para los servicios diarios. Varios manuscritos muestran rastros de este uso. Podían utilizarse como un complemento de otros libros litúrgicos. Pero por sobre todo, servían como textos originales y obras de referencia para el copiado de nuevos manuscritos.



Varias Biblias Gigantes existen desde la segunda mitad del siglo XII, una época en que la fundación de muchos monasterios nuevos había provocado una creciente necesidad de buenos textos bíblicos. La Biblia del Diablo es el último ejemplo de esta tradición de Biblias en un formato enorme, y es excepcional, considerando que las Biblias en un solo volumen y de formato pequeño comenzaban ya a aparecer en París. Con 90 cm de alto y 50 cm de ancho, es también la más grande de todas las biblias “grandes”, y se diferencia de otras en su contenido diverso y su notable ornamentación. Sin embargo, tomado en su conjunto, parece estar muy bien planeado y concebido de forma coherente, una impresión reforzada por el hecho de que el volumen entero habría sido escrito por una sola persona. La leyenda dice que el escriba estuvo encerrado en una celda de un monasterio para producir el manuscrito en una sola noche, en un intento de expiar sus pecados. La tarea resultó ser imposible para él solo, así que le pidió ayuda al Diablo.



Las ideas subyacentes en el Codex Gigas



¿Cuál era la función del Codex Gigas? ¿Por qué esa particular combinación de textos? ¿Cómo se relacionan entre sí los diferentes textos? ¿Cuál es el rol de las pinturas de la Jerusalem Celestial y el Diablo?



Las obras históricas ocupan una parte sorprendentemente grande del manuscrito. El volumen completo tiene 310 hojas. Dejando de lado el Antiguo y el Nuevo Testamento, que son narraciones históricas por excelencia, hay tres largas obras históricas en sentido verdadero, y llevan 100 de las restantes 150 hojas. Comprenden dos obras de Flavio Josefo y una de Cosmas de Praga, más dos obras de un cierto carácter histórico, a saber, la lista de los nombres mencionada antes y el Calendario con su necrología.



Otras 40 hojas corresponden a las Etimologías, de Isidoro de Sevilla, cuyo objetivo principal era, mediante la investigación de la derivación de las palabras, responder la cuestión del origen y el génesis de todo el universo en todas sus formas, incluída toda actividad humana. El título original de la obra era “Origines” (orígenes). Desde este punto de partida, las Etimologías nos dan una amplia descripción de la historia humana en general y la historia de la iglesia en particular. La obra fue compilada en una época de profundos cambios, a comienzos del siglo XVII, cuando la Iglesia Católica en España había derrotado al arrianismo, la versión del cristianismo abrazada por los visigodos. Fue un periodo decisivo durante el cual se consideró la necesidad de retrospectiva y resumen. La última de todas sus variantes se hizo evidente.



La disposición como una narrativa en sí misma



El carácter del Codex Gigas como una obra historiográfica está acentuado por la disposición de los textos. La narración del Antiguo Testamento de la historia de los judíos se complementa con las historias de Flavio Josefo, del siglo primero de la era cristiana. Un breve pasaje de “Antiquitates Iudaicae” (en realidad, una interpolación tardía) con respecto a la Pasión de Nuestro Señor señala el comienzo de la narración del pueblo de la Nueva Alianza, es decir, los cristianos.



El siguiente libro, “Etimologías”, tiene que ver con la historia de los cristianos. Pero Isidoro tenía una intención mucho mayor: un resumen de todo el conocimiento de aquel momento, desde una perspectiva cristiana. Su obra se presenta como una introducción a la historia de la nueva era del Nuevo Testamento, de la era de la Iglesia y el cumplimiento de la promesa que había sido hecha con la aparición de Cristo sobre la Tierra. Este era un punto focal en la historia del mundo, impartiendo un nuevo sentido a todo lo que se había hecho antes. El Antiguo y el Nuevo Testamento se referían a dos órdenes, dos pactos, dos pueblos. El primero solamente pretendía preparar el camino para el segundo. Al mismo tiempo, la aparición de Cristo en la Tierra, la intervención de Dios en los destinos humanos a través de su Hijo, no es otra cosa que la anunciación de final que se acerca, el Juicio Final, cuando la lucha entre el bien y el mal se decidirá, cuando el anhelo de la salvación, objetivo último de todos los fieles, se podrá cumplir. Y esto se refleja de forma muy expresiva en las dos famosas pinturas que, en juxtaposición mutua, lindan con el Nuevo Testamento. A la izquierda, Jerusalem, y a la derecha, el Diablo –el Cielo y el Infierno, Civitas Dei (la ciudad de Dios) y Civitas Diaboli (la ciudad del diablo).



La disposición histórica del manuscrito adquiere una dimensión moral-teológica a través de su perspectiva sobre las cosas últimas. San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, representa su drama histórico de la raza humana en su Ciudad de Dios. La Ciudad de Dios, morada de la paz, es el objetivo último y el bien supremo del hombre. La confesión de los pecados que precede a la pintura de Civitas Dei es la condición necesaria para la admisión en el Reino de Dios. Los exorcismos que siguen a la pintura del Príncipe de la Oscuridad ofrecen la protección necesaria contra el daño que la sola visión de Lucifer es capaz de infligir.



El Nuevo Testamento termina la exposición del Codex Gigas de la historia del universo y de toda la humanidad, desde la Creación hasta la fundación de la Iglesia Cristiana. Esta historia está representada sobre el fondo de la prometida salvación final.



A continuación, la historia de un pueblo, los Bohemios. La relación de la historia de Bohemia, hecha por Cosmas, es una historia sobre el paso del tiempo y los cambios a los que está sujeto el hombre, con su fragilidad física. Nada es permanente. Solamente cuando la historia del mundo es considerada en relación con la historia sagrada, es cuando lo mundano adquiere significación. La breve introducción a la crónica, que describe la historia primitiva de Bohemia, su periodo mítico, está seguida por el comienzo mismo de la obra: la historia de la cristianización del país. El pueblo de Bohemia entró a formar parte de la unidad mayor representada por la Iglesia, y en este sentido su historia está rodeada por la historia universal. Todos los eventos que el autor describe están destinados y son considerados como meras herramientas de Dios para la consumación de Su propósito.





La historia primigenia de Bohemia es también la historia de la Orden Benedictina.
El primer libro de la crónica describe cómo la princesa Mlada, hija del duque Boleslav I (926/35-967/72), viajó a Roma para estudiar las reglas monásticas y finalmente fue entregada a la Regla de San Benito y al personal del abad por el Papa, lo que le permitió (a ella) fundar la primera comunidad monástica en Bohemia. Posiblemente la Regla de San Benito es el texto que ha sido removido del Codex Gigas, después de la Crónica de Cosmas de Praga. Tal vez era como un contrapeso a la historia secular de la crónica. Al mismo tiempo, dio lugar a una narrativa de “hic et nunc”, aquí y ahora, es decir, el monasterio benedictino de Podlazice.



En el manuscrito, a continuación de la Regla viene una lista de nombres de varios eclesiásticos y laicos fallecidos. Esta parte está parcialmente destruida e ilegible, pero probablemente comenzaba con una breve oración por las almas de los difuntos. Según Beda Dudik, quien ha descrito exhaustivamente al manuscrito, esta podría ser una lista de personas a quienes el monasterio les garantizaba indulgencias.



El Calendario que le sigue, refleja, con los nombres de sus santos, la historia de la Iglesia Católica en general y de la iglesia de Bohemia en particular. También incluye varios obituarios, incluyendo los nombres de miembros fallecidos de una gran comunidad monástica, así como también los nombres de los benefactores del monasterio y varias personas de importancia histórica. Todos ellos eran recordados por el monasterio a su muerte. Algunas de las personas conocidas históricamente ya habían muerto antes de que se fundara al monasterio de Podlazice, alrededor del año 1160. además, casi todos ellos habían sido registrados por el mismo escriba (que también es el escriba del manuscrito). Todo esto nos da la impresión de ser una transcripción hecha de una sola vez y por la misma persona. Estas entradas necrológicas en el Codex Gigas difieren notablemente de otras del mismo tipo, que por lo general son escritas por diferentes escribas a lo largo de una sucesión de años.



¿Se usó alguna vez el Codex Gigas?



La utilidad práctica del manuscrito ha sido objeto de una gran discusión, y se ha señalado que parece dificil de usar, debido a su enorme tamaño y su letra, que en comparación es bastante pequeña. Esto es así, pero todos los textos dentro del manuscrito eran de gran importancia para la vida monástica. La Biblia y la Regla de San Benito tenían que leerse diariamente, y los nombres de los miembros y benefactores del monasterio fallecidos tenían que mencionarse en las fechas de sus muertes. Las obras de Josefo e Isidoro eran distribuidas ampliamente y se leían mucho en la Edad Media, y muy comunmente estaban incluidas en bibliotecas benedictinas. La Crónica de Cosmas, escrita probablemente entre 1110-1125, era la obra más importante de su época sobre la historia de Bohemia, y claramente estaba conectada con el monasterio benedictino de Brevnov, el más grande del país, porque había sido escrita en parte por iniciativa del abad del monasterio, Clemente, a quien está dedicado el segundo libro de la crónica.



Además, hay una serie de pequeños rastros que indican que el manuscrito habría realmente utilizado. Hay una palabra en latín, una nota, que aparece en los márgenes en una serie de puntos, escrita en letras diferentes, cerca de los pasajes de particular interés (sin embargo, algunas Notas podrían haber sido transcritas del ejemplar). Varias oraciones del siglo XIII han sido agregadas en los márgenes, y en la parte inferior de cada página del Calendario encontramos las palabras iniciales de varios introitos para la misa, con notación musical. Su uso no está claro. Posiblemente, proporcionaba una orientación durante los servicios dominicales. A finales del periodo medieval, el manuscrito recibió marcas en las hojas de pergamino, lo que muestra claramente que estaba destinado para su uso.



Los ocho tratados médicos que vienen después de Isidoro también habrían tenido un uso práctico. Probablemente eran una ampliación del cuarto libro de las Etimologías, que trata sobre medicina, un campo en el que los benedictinos tenían un interés muy especial. La Regla benedictina hacía del cuidado de los enfermos una preocupación monástica fundamental –ante omnia et super omnia. El abad servía como padre, como educador, pastor y médico. Además de una enfermería y un jardín de hierbas medicinales, todo monasterio tenía su biblioteca y su “scriptorium”. El monasterio de Monte Cassino, al sur de Italia, era famoso en el siglo IX por su escuela de medicina. Y otros monasterios benedictinos, como el de St. Gallen, Tours, y otras varias comunidades en el sur de Alemania, eran conocidos por sus actividades médicas y sus colecciones de libros sobre la materia. Sabemos que el benedictino Thiadagus de Corvey se desempeñaba como médico en la corte del duque Boleslav en Praga durante el siglo XI.
También es posible que haya una conexión entre los textos médicos del Codex Gigas y la imagen del diablo, que, según Carl Nordenfalk, podría haber sido modelado a partir de una lámina de anatomía. Los textos médicos son un recordatorio de la fragilidad del hombre, un “memento mori” en un libro con una profunda carga simbólica.



El Codex Gigas asombra por su tamaño, su decoración, la profusión de sus contenidos, y su combinación sofisticada de diferentes textos y pinturas para darle potencia y profundidad escatológica a la presentación. Esto nos recuerda el Libro de la Vida, mencionado en el Apocalipsis (Rev.5:1,21:27).





Con sus diversas características anticuadas, internas y externas, el manuscrito es único en su época. Sus elementos bohemios y benedictinos son claros y están manifestados de forma fluida. Estas características están subrayadas aún más por una addenda subsiguiente, que comprende un alfabeto glagolítico y uno eslavo eclesiástico, pegados en la hoja fija de la guarda de la cubierta frontal, además de los tres alfabetos originales: hebreo, griego y latino. Esta adición fue escrita durante la segunda mitad del siglo XIV por el abad Divisius del monasterio de Brevnov, y es uno de los registros más antiguos de estos dos alfabetos eslavos.



Pero ¿el Codex Gigas fue realmente escrito en un pequeño monasterio en Podlazice, un monasterio que no es conocido por ningún otro manuscrito y que apenas es mencionado en los documentos que sobreviven? Realmente parece que era necesaria la asistencia del diablo, como lo cuenta la leyenda. La leyenda también refleja la creencia medieval de que el lento y paciente trabajo de escribir lo hacía al escriba merecedor de la expiación de sus pecados. Pero también era muy tentador invocar la ayuda del diablo cuando la tarea resultaba estar más allá de las posibilidades o incluso peligrosa.


El Codex Gigas es en muchos aspectos “sui generis”, sin contrapartida real entre ningún otro manuscrito medieval sobreviviente, lo cual no hace más que aumentar su fascinación y su importancia.

Fuente: Biblioteca Nacional de Suecia
véase el art. original en:
http://kb.se/codex-gigas/eng/